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Probióticos

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Se entiende como alimento probiótico aquel que contiene organismos vivos que permanecen activos en el intestino en cantidad suficiente como para alterar la microbiota intestinal, tanto por implantación como por colonización.

El uso habitual de probióticos sobre el que se posee suficiente evidencia científica es la reducción de la diarrea aguda, así como la prevención de la diarrea aguda nosocomial y adquirida.

También se posee evidencia sobre el uso de probióticos en la prevención de la diarrea asociada a antibióticos, enfermedades respiratorias y alérgicas. Otros efectos beneficiosos de los probióticos son la prevención de la diarrea del viajero, el colon irritable, los cálculos renales, las infecciones urogenitales, la pancreatitis, la encefalopatía hepática, el hígado graso no alcohólico, enfermedades inflamatorias intestinales, el sobre-crecimiento bacteriano intestinal, la prevención del cáncer, la reducción del colesterol, la intolerancia a la lactosa, la caries dental y la enterocolitis necrosante.

El origen de los probióticos

La superficie intestinal contiene billones de micro-organismos vivos en un número similar a 10 veces el de células que componen una persona adulta. La mayoría de estos organismos se localizan en el colon, donde también residen algunas especies de bacterias. Esto supone que el intestino humano es consecuentemente un ecosistema esencial para la absorción eficiente de los nutrientes y para el sostenimiento de la salud en general.

Ya se tenía sospecha de estos hechos desde la más remota antigüedad, de hecho en una versión persa del antiguo testamento ya se sugería que la longevidad de Abraham era debida al consumo de «leche agria«. En el año 76 después de Cristo, el historiador romano Plinio ya recomendaba la administración de lácteos fermentados para tratar algunas enfermedades gastrointestinales, de hecho, se sospecha que la ingesta de lácteos fermentados se incorporó a la alimentación humana hace unos 10.000 años aproximadamente.

En 1908 el premio nobel Elie Metchnikoff que trabajaba en el Instituto Pasteur de París, halló que la longevidad de ciertas poblaciones balcánicas se debía al consumo habitual de lácteos fermentados que contenían lactobacilos capaces de inhibir las toxinas de las bacterias intestinales, publicando poco después los efectos beneficiosos de algunas bacterias intestinales que se ingerían en forma de leches fermentadas, y de las que textualmente escribió que:

«la ingestión de micro-organismos específicos como los lactobacillus, puede desplazar las toxinas producidas por los micro-organismos de putrefacción en el tracto intestinal, promoviendo la salud y prolongando la vida«.

Sin embargo no fue hasta principios del siglo XX cuando se halló evidencia científica de que la bacteria Lactobacillus acidophilus podía sobrevivir en el intestino, y se determinó la definición inicial de los probióticos propuesta en 1965 por Lily y Stilwell que se refería a sustancias secretadas por los micro-organismos que estimulan el crecimiento de otros, en oposición a los antibióticos. Posteriormente, Parker en 1974 acuñó el término probióticos tal y como se utiliza en la actualidad, definiéndolo como «organismos y sustancias que contribuyen al equilibrio microbiano intestinal«, aunque termino sufrió algunas modificaciones por Fuller en 1989 y por Salminen en 1996.

La década de los años ´90 está considerada la «era de los probióticos«. La primera autorización de un probiótico como suplemento regulador de la flora intestinal en la Unión Europea viene del año 1994 y, desde esa fecha el número de marcas que los comercializan ha ido creciendo desaforadamente. En el año 2001 un comité científico internacional se reúne a petición de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para esclarecer conceptos sobre los probióticos, que dio como resultado la siguiente definición: «los probióticos son micro-organismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas confieren un beneficio para la salud del huésped«. Este concepto fue aprobado a nivel mundial en el año 2002.

Finalmente en el 2013 la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) convocó un grupo de expertos internacionales de distintas ramas médicas como gastro-enterólogos, microbiólogos, inmunólogos, farmacólogos, nutricionistas, pediatras, médicos familiares y genetistas, con los investigadores de la industria farmacéutica a fin de establecer un consenso científico sobre su uso y establecimiento en la preparación de los probióticos que a partir de ese momento debe contener un determinado número de Unidades Formadoras de Colonia llamado UFC.

¿Qué hacen los probióticos?

Los probióticos son micro-organismos vivos no patógenos que aportan un gran número de beneficios. Los tipos, especies y cepas de probióticos comercialmente más utilizados, sobreviven en el tránsito del tubo gastrointestinal, y se comercializan en forma de cápsulas, polvo o líquido, como suplementos que participan en la prevención y el tratamiento de enfermedades infecciosas digestivas, intestinales y hepáticas, actuando también sobre el sistema inmune y la homeostasis intestinal, pudiendo modular la microbiota intestinal.

Es importante reseñar que algunas cepas de probióticos combinadas tienen un fuerte efecto inmunomodulador no solo en las enfermedades intestinales, sino también en afecciones alérgicas y auto-inmunes, como podría ser el asma, la dermatitis atópica y la artritis reumática. La eficiencia de los probióticos depende del tipo de cepa y de la dosis ingerida. En general los probióticos son bien tolerados, y raras veces se observan efectos adversos, excepto en sujetos inmuno-comprometidos, en estado crítico, o con catéteres endovenosos centrales.

Sin embargo, no todos los probióticos son iguales. Se reconocen 2 tipos de probióticos: los bacterianos y de levadura. Los bacterianos más comunes son los Lactobacillus, Bifidobacterium, Lactococcus, Streptococcus, Enterococcus y Bacillus, además de cepas no patógenas de E. coli. Específicamente las cepas de Lactobacillus han sido usadas para la preparación del yogur desde hace décadas.

Igualmente las cepas de bacterias que producen ácido láctico, han demostrado su eficiencia como probióticos, aunque las pertenecientes al género Bifidobacterium no fermentan, siendo las bacterias que predominan en la microbiota intestinal en los bebés. Estas bacterias se usan esencialmente en el tratamiento de diarreas infecciosas, aunque también han resultado útiles para las personas con mala tolerancia hacia la lactosa. Los Bifidobacterium también se utilizan para este fin, pero sobre todo para el síndrome de intestino irritable.

Los probióticos atacan a los nutrientes con gérmenes patógenos, mejoran el sistema inmune de las personas, actúan sobre la biosíntesis de vitamina K, metabolizan la fermentación de la fibra dietética, influencian en el contenido del tránsito por peristalsis y detoxifican los xenobióticos.

Los probióticos han demostrado eficiencia en:

  • La diarrea aguda infecciosa, tanto viral como bacteriana y parasitaria.
  • La diarrea persistente y/o asociada a antibióticos.
  • Las enfermedades inflamatorias del intestino.
  • La enterocolitis necrosante y prematura.
  • El síndrome de intestino irritable.
  • Las infecciones gástricas por helicobacter pylori.
  • Las alergias intestinales.
  • Los eczemas en la piel.
  • La osteoporosis.
  • El cólico del lactante.
  • Las enfermedades diverticulares sin complicaciones
  • La mejora en la absorción del calcio, hierro y magnesio.

En cuanto a salud bucal se refiere, los probióticos están recomendados para:

  • La salud bucal en general.
  • Las enfermedades periodontales.
  • La halitosis

En cuanto a salud hepática, los probióticos están recomendados como coadyuvante en:

  • La esteatosis hepática.
  • La esteato-hepatitis no alcohólica.
  • La encefalopatía hepática.
  • La mejora en el recuento de las aminotransferasas.

En lo referido a las patologías urogenitales han corroborado su utilidad en las infecciones vaginales bacterianas, mediante la utilización de los lactobacillus que son relevantes para la flora urovaginal normal, y para las células del epitelio urinario y vaginal. Los ensayos de laboratorio y los estudios clínicos han corroborado que los lactobacillus actúan como protectores de las infecciones urogenitales, tanto por sus mecanismos de adhesión, como por la modulación inmunitaria, así como por la producción de sustancias antimicrobianas y H2O2, que inhiben el crecimiento de los gérmenes patógenos.

Los probióticos en el deporte

Los último estudios sugieren que los probióticos tienen efectos positivos en el rendimiento deportivo mediante una mejora de las funciones digestiva e inmunológica del intestino, inhibiendo el riesgo de molestias gastrointestinales e infecciones, proporcionando así una mejor recuperación mejor.

Para un deportista el tracto intestinal es una de sus barreras más importante contra los agentes externos potencialmente patógenos. Entre las funciones de los probióticos más apreciadas por los deportistas está la ayuda en la asimilación de nutrientes, ya que generalmente ingiere una fuerte cantidad de suplementos deportivos, y la mejora de su respuesta intestinal, puesto que es el órgano con mayor cantidad de funciones inmunológicas, debiendo tener en cuenta que el 80% del sistema inmunitario se encuentra en el intestino, y de su respuesta endocrina, ya que esta función controla el 60% de la síntesis de hormonas con las que el deportista convive.

Para el deportista el uso de probióticos supone muchas ventajas, como un mayor rendimiento deportivo, recuperaciones más rápidas, menos molestias gastrointestinales o la reducción de los procesos inflamatorios, ayudando de forma significativa a mejorar algunos aspectos de su rendimiento como por ejemplo:

  • Los probióticos mejoran la recuperación incrementando la absorción de antioxidantes, suponiendo una lucha adicional contra los radicales libres que son abundantes después del entrenamiento.
  • Los probióticos mejoran las funciones del sistema inmune en los deportistas al lograr niveles más altos de interferón. Son muchos los estudios clínicos que han corroborado el aumento de interferones en los deportistas fatigados.
  • Los probióticos mejoran la digestión y la metabolización de los suplementos deportivos puesto que aumentan la bio-disponibilidad y la absorción de las proteínas.
  • Diversos estudios han hallado que los probióticos que contienen bifidobacterias y lactobacilos mejoran la producción de vitaminas B7 esenciales para la producción de energía.
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Referencias

  • Probióticos y prebióticos en la práctica clínica. Nutrición Hospitalaria 22 26-34 (2007).
  • WGO Practice Guideline: Probiotics and prebiotics, Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: Probióticos y prebióticos (2018).
  • Sheridan P.O., Bindels L.B., Saulnier D.M., et al. Can prebiotics and probiotics improve therapeutic outcomes for undernourished individuals? Gut Microbes 5-1 (2013).
  • Jäger R., Purpura M., Farmer S., Cash H.A., Keller D. Probiotic bacillus coagulans GBI-30, 6086 Improves protein absorption and utilization 12602-017-9354 (2017).
  • Ohashi Y., Ushida K. Health beneficial effects of probiotics: Its mode of action. Animal Science Journal 80 4 361-371 (2009).
  • Campbell S.C., Wisniewski P.J. Exercise is a novel promoter of intestinal health and microbial diversity. Exercise and Sport Sciences Reviews 45 1 pp. 41–47 (2017).
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