Básicamente existen 4 hormonas que son directamente responsables de tu felicidad y estado de ánimo.
- La Dopamina. También conocida como la hormona del placer y la recompensa.
- La Serotonina. Que regula tu estado de ánimo, aunque también más cosas.
- La Oxitocina. También conocida la hormona del amor y la empatía.
- Las Endorfinas. Son los analgésicos naturales de tu organismo que segrega en respuesta al estrés.
El cuarteto de hormonas de la felicidad suponen la base biológica que hace posible nuestro bienestar psicológico y el equilibrio emocional que resultan esenciales en la salud. Cada una de ellas es responsable de un área específica, y su conjunto procura los que entendemos como felicidad.
Sin embargo, antes que nada sería correcto una pequeña reflexión sobre que es la felicidad. La psicología nos define la felicidad como un bienestar subjetivo y personal relacionado con la satisfacción, la motivación y la consecución de metas y objetivos. La biología la define como una actividad cerebral fluida estimulada por el sistema límbico, que es la zona del cerebro relacionada con los estados emocionales.
¿Cómo se produce la felicidad?
Son muchas las investigaciones científicas que se han realizado para averiguar donde está el secreto de la felicidad. Un estudio realizado por la Universidad de Harvard, que costó 20 millones de dólares y que ha durado más de 75 años (desde 1938) cuyos resultados fueron publicados por George Vaillant, el psiquiatra que dirigió la investigación desde 1972 hasta 2004, concluye algunas cuestiones interesantes a tener en cuenta:
- 1. Que la felicidad necesita del amor. El Dr. George Vaillant desvela que hay 2 cosas básicas para ser felices. Una de ellas es el amor, y otra es desarrollar capacidades de afrontamiento y resolución de conflictos relacionados con las relaciones emocionales, basándonos en la empatía. En este apartado se deja claro que no es posible encontrar la felicidad sin amor.
- 2. Que la amistad y la familia son fundamentales. Se ha podido corroborar que el ser humano es genéticamente social y precisa de unos vínculos sociales con quienes compartir sus experiencias de vida. Esto está más acentuado en las mujeres que en los hombres, pero ambos necesitan de estos lazos sociales que ellos mismos deben construir. La familia es también esencial. La pertenencia a un endogrupo esencial que le protege en su edad joven y con quien se vincula durante el resto de su vida, juega un papel importante para lograr la felicidad.
- 3. Que la economía no hace más felices a las personas. Se podido averiguar que el dinero en abundancia no sólo no hace más felices a las personas, sino que por el contrario, suele empeorar su conducta. En este sentido Universitat Jaume I de Castellón ha finalizado un relevante estudio donde se desvela que a las personas con situación económica más acomodada les produce más estrés rechazar un soborno que aceptarlo. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, nuestro cerebro percibe la economía como un elemento necesario para la supervivencia, pero no como un fin en la vida, y quienes siguen esta senda en su conducta, acaban inhibiendo muchas de las hormonas que hacen posible la felicidad.
- 4. Que la felicidad prolonga la vida. Se ha podido desvelar que las personas que mantienen moderadamente activas o muy activas las hormonas de la felicidad, viven más tiempo que las personas que no lo hacen. En este sentido, los investigadores han hallado que la positividad no es un elemento relevante para activar estas hormonas (aunque no perjudica), pero sí lo es la responsabilidad.
- 5. Que la felicidad se puede encontrar en cualquier momento de la vida. Los investigadores han hallado mejores indicadores de salud mental y biológica en las personas que activan las hormonas de la felicidad desde muy jóvenes, pero cuando esto no es posible, el proceso se puede revertir en cualquier momento.
- 6. Que la felicidad modifica nuestros genes. Este increíble hallazgo desconocido hasta la actualidad ha desvelado que las personas que mantienen activas las hormonas de la felicidad desarrollaban más genes relacionados con los anticuerpos y el sistema inmune.
¿Cómo funcionan las hormonas de la felicidad?
Los seres humanos nacemos con una predisposición genética a mantener activas las 4 hormonas de la felicidad. Esta genética resulta influyente en nuestra biología aproximadamente en un 50%, el otro 50% lo determina la psicología, dentro de la cual el aprendizaje social y significativo resultan fundamentales. Las personas pueden aprender a ser infelices, y de hecho, muchas de ellas lo consiguen.
La serotonina
La serotonina es tanto una hormona como un neurotransmisor que nuestro organismo segrega de forma natural. Para ejecutar su acción necesita combinarse con un aminoácido esencial denominado L-Triptófano. Una vez cruza la barrera encefálica, utiliza la enzima triptófano hidroxilasa 2 para convertirse en 5-hidroxitriptófano o 5-HTP para abreviar, que es un aminoácido no proteínico. Finalmente se combina con la vitamina D para producir la enzima 5-hidroxitriptófano descarboxilasa conocida como serotonina, siempre que cuente con suficiente vitamina B6, zinc y magnesio.
Una causa biológica para presentar niveles bajos de serotonina, sería una deficiencia de Triptófano, de vitamina B6 o de vitamina D. Hoy se sabe que niveles bajos de Omega 3 también inhiben la serotonina. Por otro lado, la serotonina genera un derivado llamado melatonina en la glándula pineal, que controla el sueño y sus ritmos, por tanto uno de los síntomas iniciales de deficiencia de serotonina es presentar problemas para dormir.
Utilizamos la explicación de Pablo Eguía, vocal de la Sociedad Española de Neurología, para entender la funciones de la serotonina: «la serotonina ayuda a regular la actividad del cerebro en relación a la atención, la percepción y la memoria, el estado de ánimo, el apetito, el deseo sexual o la temperatura corporal, y la plasticidad cerebral en los procesos de aprendizaje«. Sin embargo, de entre todas sus funciones, el estado de ánimo es el más valorado puesto que niveles bajos de serotonina conducen inevitablemente a la depresión.
Cuando esto sucede, es necesario un tratamiento médico serotoninérgico para mejorar los niveles de serotonina, como son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o ISRS, que mejoran rápidamente los síntomas depresivos, pero no resuelven las causas de la depresión, para lo que será necesario coadyuvar con una psicoterapia.
Cuando los niveles de serotonina son bajos, pero no lo suficiente como para que se presente un síndrome depresivo, resulta frecuente presentar una anhedonia y una distimia progresivas que comomitan con una inapetencia sexual, y que se van intensificando con el tiempo hasta culminar en el trastorno depresivo.
La dopamina
La primera palabra que nos viene a la memoria al hablar de la dopamina es la enfermedad de Parkinson y en efecto así es, ya que esta enfermedad se caracteriza por una disminución en los niveles de dopamina. Sin embargo, la dopamina es la hormona del placer por excelencia, siendo directamente responsable del mecanismo de la recompensa, aunque está implicada en múltiples funciones. Pertenece a la familia de las catecolaminas y funciona como un neurotransmisor en el sistema nervioso central.
Niveles bajos de dopamina en el cerebro afectan a las funciones cognitivas como la atención, la percepción y la memoria, que son básicos para el aprendizaje, pero también pueden conducir al trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el famoso TDAH. Sin embargo, la dopamina además de ser uno de los neurotransmisores más antiguos, es también uno de los más conocidos ya que administra el mecanismo de la recompensa.
Su antigüedad hace que no sea especialmente eficiente en la gestión de la recompensa, pudiendo asociarla prácticamente a cualquier cosa, desde comer un alimento rico en azúcares, una bebida estimulante o rica en alcohol, cualquier tipo de droga, incluso absorber humo procedente de quemar una planta como el tabaco. Si la dopamina asocia una conducta con el placer y la recompensa, las probabilidades de generar una adicción son muy altas, incluso con una relación emocional, dando lugar a la dependencia afectiva.
La dopamina es la responsable de las adicciones y su baja eficiencia en el mecanismo de la recompensa te hace vulnerable a ser dependiente de prácticamente cualquier cosa que se te ocurra, por excéntrico que te parezca, incluso el dolor si va asociado al sexo o a distorsiones cognitivas como la falacia del deber cumplido, de ahí que los masoquistas sean adictos a cualquier práctica que le infrinja dolor en el sexo, y los deportistas sean adictos a duros y dolorosos entrenamientos, incluso el trabajo suele estar asociado a la falacia del deber cumplido, por lo que si cursa dolor en algún momento, se asociará al placer y la recompensa, dando una respuesta comportamental de orgullo por ser el trabajador más entregado y comprometido, por mucho que duela (o precisamente por eso). Si esto sucede con trabajos relacionados con el manejo de armas de fuego, se suele cambiar la palabra orgullo por valor, que suena mucho mejor.
Respecto al sueño, aunque la serotonina es la encargada de segregar la melatonina que lo hace posible, la dopamina es la encargada de inhibirla durante el día, dando lugar a los ciclos de sueño-vigilia, por tanto si los niveles de dopamina son bajos estos ciclos del sueño se hacen insostenibles.
La oxitocina
La oxitocina se ha hecho muy famosa en la actualidad como hormona facilitadora del parto y la lactancia en las madres, pero el resto de sus funciones no son menos relevantes, incluso a juicio de muchos expertos, aún más importantes, hasta el punto de denominar a la hoxitocina como la hormona del amor, aunque también de la empatía.
De hecho, la oxitocina es directamente responsable de muchas conductas humanas que tenemos en alta estima, como el amor, el apego hacia la pareja y la familia y la empatía.
También la oxitocina es responsable de la percepción de pertenencia a algo más grande que uno mismo, como el sentimiento patriótico, una determinada religión, una meta laboral como la investigación por ejemplo, y en general aquella actividad que nos haga sentir miembros de un endogrupo con el cual establecemos vínculos sociales. En este sentido la complicidad de la oxitocina con su hermana gemela la vasopresina, y sus amigas íntimas, la dopamina y la serotonina, cuando se corren una juerga por nuestro sistema nervioso central y nuestro sistema circulatorio, excediéndose en sus funciones gracias a un trio de buenas amigas que se unen a la fiesta, la adrenalina, la noradrenalina y las endorfinas, puede dar lugar a un éxtasis, que es la principal fábrica de fanáticos.
En la vida común de las personas, los denominados pulpos (quienes te tocan, te besan, te acarician) son aquellas personas que más oxitocina generan, llegando a su culmen en el orgasmo. Por esta razón la sexualidad y la oxitocina están muy asociados. Con el orgasmo asociamos la empatía y el apego, o mejor dicho el amor, con la persona con quien se orgasma, razón por la cual las relaciones sexuales en las parejas están muy recomendadas, aunque a la religiones no les gustan, puesto que suponen una competencia oxitoninergica que conviene inhibir para dirigirla hacia la causa, que resulta más conveniente.
Las endorfinas
Las endorfinas se han hecho famosas mediante el mito urbano de que ellas solas son las únicas responsables de generar la felicidad, cuando como vemos, son 4 hormonas las responsables de alcanzar este objetivo. Ciertamente son parte del cóctel necesario para la felicidad, pero no el único ingrediente.
Al igual que la oxitocina, las endorfinas alcanzan el éxtasis de segregación en el orgasmo, por lo que comienza a deducirse que orgasmar con cierta frecuencia está muy recomendado.
También se genera una importante cantidad de endorfinas con una buena comida (especialmente si hay chocolate involucrado de por medio), una buena amistad, una buena relación afectiva, una acogedora relación familiar … y un largo etc., pero de todos ellos el orgasmo se lleva la palma.
Por esa razón, resulta necesario tomar la precaución de no orgasmar mucho fuera de una relación sexual, ya que un exceso de endorfinas corriéndose una juerga con la oxitocina, la dopamina, la serotinina y alguna amiga más, puede precipitar una psicotominesis, que si te pilla en el lugar inadecuado, puedes ver desde un OVNI, hasta la virgen descendiendo de los cielos. Por esta razón, los adolescentes orgásmicos con alta segregación de hormonas, y los solterones/as sexualmente abstinentes, siempre al borde del derrame, eran tan propensos antiguamente a ver a la virgen, hoy a ver pockemon que está más de moda.
También era frecuente (hoy gracias a Dios ya no) que el /la adolescente sexualmente abstemio/a, sintiera ahogo, incluso desmayo, cuando su objeto del deseo se aproximaba demasiado, gracias a un torrente de endorfinas que se liberaban de repente y que producían una hipotensión arterial causante del desmayo, que quedaba muy delicado, pero nada que unas sales estimulantes no pudieran resolver en el momento.
Las endorfinas, al pertenecer al grupo de opioides endógenos son capaces de generar una analgesia muy eficiente, incluso sedación si el nivel es muy alto, por lo que la vieja excusa del dolor de cabeza para no mantener relaciones sexuales, queda completamente desmontada. Más al contrario, cohabitar con la persona que estimula tus endorfinas, generalmente produce el milagroso efecto de que no te duele nada.
Preguntas frecuentes sobre la hormona de la felicidad
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Referencias
- Departamento de biopsicología. Neurotransmisores. Instituto de investigación y docencia de neuropsicología. Universidad de Argentina John F Kennedy. pp. 6-7 (2004).
- Artigas F. El transportador de serotonina como diana terapéutica. Departamento de Neuroquímica. Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona pp. 42-44 (1997).
- Punset E. La Felicidad. Programa Redes. Televisión Española (2010).
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